JOSÉ LUIS GUTIÉRREZ LÓPEZ

JOSÉ LUIS GUTIÉRREZ LÓPEZ

domingo, 22 de noviembre de 2015

¿Cuándo debemos dejar marchar a las personas que ya no nos aportan nada?



Hay relaciones humanas que sus características están condenadas al fracaso. Da igual que hayan perdurado durante un largo tiempo, si de verdad creemos que esa persona no nos va a aportar nada en nuestra vida, lo mejor para ambas partes es dejarla ir. Esto no hay que tomarlo como un fracaso, sino como una forma de pasar página y mirar hacia delante con optimismo. Nadie nos va a quitar lo que ya hemos compartido y mantener la relación sí nos puede alejar de muchas cosas positivas en el futuro.

Ya nada es lo mismo

En muchas ocasiones, cuando conocemos a alguien resulta ser que tenemos todo tipo de conexiones y gustos parecidos. Sin embargo, con el paso del tiempo, puede ocurrir que ambas partes busquen cosas completamente diferentes. Esto no es que sea algo negativo; es una parte de más de nuestras vidas y de nada sirve agarrarse a algo que ya no tienen sentido mantener. Especialmente si la otra parte ya ha decidido marcharse.

No existe confianza ni lealtad

Cuando de verdad creemos en nuestro interior que ya no podemos confiar en la otra persona. ¿De qué nos sirve mantener la relación? Una de los pilares básicos de la amistad o el amor es la confianza y la sinceridad. Sin estos dos ‘ingredientes’ cualquier relación está destinada al fracaso y cuantos antes nos demos cuenta de ello pues mejor será tanto para nuestra autoestima como nuestra salud mental.

¿Qué busca cada una de las partes?

De nada sirve mantener una relación si cada una de las partes busca y quiere cosas distintas. Esto se puede extrapolar muy bien al ámbito de las relaciones. Si por ejemplo tú buscas una relación seria ya que estás enamorado/a pero la otra quiere una relación abierta sin ataduras, pues ya les digo que la relación está destinada al fracaso. De lo contrario, solo encontrarás dolor y decepción.

Nunca existe ningún tipo de acuerdo

Hay muchas relaciones (sobre todo de pareja) donde se las gastan casi todo el tiempo discutiendo. Si esto se convierte en algo completamente cotidiano, sería interesante hacerse la siguiente pregunta. ¿De verdad nos merece la pena estar en una continua confrontación? Esto solo nos servirá para malgastar nuestra energía en una persona que nos aporta más cosas negativas y positivas.

Eres el único que lucha para que funcione

Está muy bien eso de luchar por lo que único realmente quiere, pero solo sirve si en verdad las otras dos partes están implicadas. Si vemos que somos nosotros los únicos que estamos luchando para que la relación funcione, habremos malgastado nuestro tiempo y ganas en alguien que ya no se merece estar con nosotros. Por esta razón, lo mejor es pasar página que seguro que vendrán personas mejores a nuestra vida.

https://lamenteesmaravillosa.com/cuando-debemos-dejar-marchar-a-las-personas-que-ya-no-nos-aportan-nada/

Quien te enfada, te domina

 

“Quien te enfada, te domina”… Piénsalo bien, o ¿no es verdad?

Cuando algo no ha sucedido como queríamos o alguien no ha respondido como esperábamos, cuando nos ha molestado el comportamiento de una persona o lo que nos ha dicho, solemos expresar aquello que sentimos con expresiones tales como “me has hecho enfadar”, “me has hecho daño”, “me has cabreado…”
Si nos paramos a reflexionar sobre ello y decidimos profundizar, la traducción de nuestros mensajes viene a ser algo tal como “tú eres el culpable de cómo me siento”, “tú eres el responsable de que yo esté así” o “tú me has perjudicado”, es decir, yo estoy mal por tu culpa.


Si alguien nos enfada es porque le hemos concedido el permiso para hacerlo, pues en realidad cuando alguien nos enfada, lo que internamente resuena en nuestro interior es “lo que tú piensas sobre mí, es más importante que lo que yo pienso sobre mí”. Piénsalo.
En estos casos, la responsabilidad de cómo nos sentimos, la dirigimos hacia los demás, es decir hacia afuera. Por lo que dependiendo de los demás, así nos encontraremos nosotros.
Resulta que en lugar de hacernos cargo de nuestras emociones y sentimientos, de dirigirnos hacia dentro y asumir la responsabilidad de lo que sentimos, otorgamos el poder o el consentimiento a los otros. Porque nadie puede enfadarnos sin nuestro consentimiento ¿o no?
Y es cierto, que asumir todo el peso que conlleva un enfado o una molestia es algo complicado y que cuesta… y más si estamos acostumbrados a poner nuestro foco fuera. Sigue siendo más fácil, culpar al compañero y que sea el quien intente lidiar con nuestro cabreo, que nosotros mismos… pero así nunca llegaremos a conectar con nuestro interior.


En ocasiones, esto sucede porque nos encontramos movidos por nuestro ego, el cual, a modo de resumen consiste en identificarnos con lo que tenemos, lo que hacemos y cómo nos valoran.
Una vez que nos hemos alejado del ego y lo hemos dejado aparcado, comenzamos a tomar más responsabilidad tanto de nuestros pensamientos y comportamientos, como de nuestras emociones, y nadie nos puede hacer daño; porque consideramos que aquello que somos está mucho más allá de los bienes materiales, nuestros actos o de la opinión ajena.
Para ello podemos ayudarnos pensando que cuando alguien nos insulta o hace algo que no nos gusta es como si nos estuviera ofreciendo un regalo. Si no lo aceptamos, el regalo seguirá siendo de la persona, mientras que si lo aceptamos lo recogeremos. En última instancia, la decisión será nuestra.
Así, los insultos, las provocaciones o incluso las acciones de otros, son como esos regalos, que nosotros elegimos si aceptar o no; por lo que no podemos culpar a nadie de nuestra decisión, tan solo podemos responsabilizarnos de nuestra actitud, de nuestra elección.
Además, tenemos que tener en cuenta que el choque de las expectativas que nos hemos formado con la realidad, también puede ser un detonante de nuestra molestia, pues las cosas no han pasado como imaginábamos.


No podremos controlar las circunstancias ni tampoco a las personas, pero sí que podemos controlar nuestra respuesta. Por lo que no podemos cambiar lo que alguien dice de nosotros o lo que hace y nos molesta, pero por supuesto que podemos cambiar la actitud con la que enfrentamos la vida.
La responsabilidad asusta, pero es la que nos permite ser dueños de nuestra vida.
Reconocer nuestras emociones y sentimientos y hacerse cargo de ellos, nos otorga la libertad de conocernos y elegir nuestra actitud ante la vida.
“Reconocer que ” yo soy el que elige” y que ” yo soy el que determina el valor que una experiencia tiene para mí ” es algo que enriquece pero también atemoriza”

https://lamenteesmaravillosa.com/quien-te-enfada-te-domina/

Las críticas me afectarán tanto como yo deje que me afecten

Las críticas me afectarán tanto como yo deje que me afecten. Me he pasado media vida teniendo demasiado en cuenta opiniones ajenas, comentarios dolorosos, y consejos sobre cómo debía enfocar mi existencia por parte de personas que aparentaban conocerme.
La vida es demasiado corta como para focalizar nuestra atención en mentes que no son las nuestras, y aún más en enfoques que no nos son útiles, y que no favorecen en nada nuestro crecimiento personal.
Es difícil no hacer caso de las críticas, es difícil ignorarlas sin son dañinas y poco constructivas. Ahora bien, no olvides nunca que tú eres básicamente lo que piensas a lo largo del día, así que no pierdas el tiempo en remordimientos, dudas y malas críticas.
Quien diga aquello de “a mi las críticas no me afectan lo más mínimo”, no es del todo cierto. A todos nos impactan de algún modo. Toda crítica es un enfrentamiento a nuestra esencia, a nuestra forma de actuar. A nuestros esquemas.
Si la crítica es constructiva y damos el paso de aceptarla, confrontarla, integrarla y aprender de ella, será un claro ejemplo de crecimiento interior. Y ello siempre es un buen gesto.
Ahora bien… ¿Qué hacemos en esos casos en que las críticas nos llegan de personas que son significativas para nosotros? Un comentario doloroso por parte de nuestra familia, amigos o pareja, siempre acaba vulnerando de algún modo nuestra autoestima. Y debemos saber afrontarlas, saber gestionarlas.

Las críticas que vulneran nuestra autoestima






sombra lobos
Siempre debería llegar un momento a lo largo de nuestro ciclo vital, en que tendríamos que ser invulnerables a las críticas negativas, a esos comentarios tóxicos y dañinos. Estamos seguros de que muchos de nuestros lectores ya lo han conseguido. Otros en cambio, nos encontramos en pleno proceso.
Las críticas más dañinas son las que recibimos durante nuestra infancia. Los comentarios por parte de nuestros progenitores hacia nuestra forma de actuar, hacia nuestros errores o incluso nuestro físico, son claros vulneradores de la autoestima.
Todos nosotros guardamos con especial molestia alguna crítica. Ya fuera en nuestra infancia con aquello de “eres torpe, no sabes hacer nada”, o más adelante en boca de alguna de nuestras parejas, evocan sin duda claros ataques a una autoestima que día a día, nos esforzamos por cultivar, por fortalecer.
Es importante tener en cuenta de qué manera pueden llegar a modificarnos esos ataques personales poco constructivos, y de la necesidad de saber reorientarlos para protegernos. Para alzar nuestras almenas ante esas críticas dañinas y poco amables en boca de personas que supuestamente “nos quieren”.
  • Una crítica personal, dañina y poco útil tiene un impacto directo en nuestras emociones.
  • Una emoción tiene su eco directo en nuestros pensamientos. Me siento mal… ¿Por qué razón? “Porque mi pareja me ha dicho que no se hacer nada, que sin él no haría nada en este mundo.”
  • Si damos importancia a la crítica afectará a nuestros esquemas de pensamiento y atribuciones: ¿Seré una persona inútil de verdad?
  • Todo ello hará finalmente que nuestra autoestima quede fragmentada y rota como un pañuelo de papel.

Las críticas deben afectarte tanto como tú lo permitas

Te ha costado mucho llegar hasta donde estás. Cuentas con tu propio pasado de superación, con batallas que solo tú sabes que has librado y que te definen en la gran persona que eres ahora. ¿Qué necesidad hay de dar valor a estas alturas de la vida a esas críticas envenenadas? No vale la pena hacerles caso: es retroceder, involucionar.
Tú eres tus pensamientos, y ellos los artífices de tu realidad y el oxígeno que alienta tu autoestima. No dejes que den importancia a palabras vacías de utilidad insana, a críticas llegadas de mentes carentes de empatía y que ni siquiera tienen el privilegio de conocerte con autenticidad.
Quien te quiere no te daña, y aún menos lanza sobre ti críticas carentes de utilidad que solo buscan hacer daño. Por ello, sería de mucha utilidad que llevaras a cabo la siguiente estrategia cada vez que recibes un comentario afilado:
  • Visualiza un arcón dorado. Cuando recibas una crítica, lo primero que debes hacer es custodiar ahí tu autoestima: bien protegida y bajo llave.
  • Analiza ahora con frialdad y temple el comentario recibido. Se franco/a contigo mismo/a: ¿Esa crítica es constructiva? ¿Hay algo de verdad en ella? Si es así, analízala, intégrala, aprende de ella y crece para alimentar con ella a tu autoestima también.
¿Es esa crítica poco útil y poco realista? ¿No se ajusta en nada a lo que eres, lo que tienes y lo que te define?
  • Entonces desactívala. No le des importancia ninguna. Porque de hacerlo, de permitir que la rabia te enerve quedarás anclado/a a ese emoción negativa, y aún más, esa persona que te la ha dedicado.
Recuerda una vez más esa frase de Buda, “quien te enfada te domina”. No vale la pena, siempre será mejor visualizar esa crítica como una hoja seca llevada por el viento. No es nada, solo ruido, solo un aire frío que no merece tu atención ni tu calidez. Pasará y desaparecerá.
Tu mejor amigo eres tú mismo, así que no dejes que las críticas poco útiles habiten en tu cabeza, porque entonces te convertirás en tu propio enemigo. No vale la pena.
mujer en bañera